lunes, 15 de septiembre de 2014

¡Qué juego tan difícil!

Llevo un tiempo intentado aclarar mis ideas con respecto a uno de esos temas siempre presentes en la actualidad gamer: la dificultad.

Escuchar que los juegos de ahora no son como los de antes se me antoja contradictorio cuando veo a miles de gamers jurar que Dark Souls 2 es lo más difícil que han probado y que han muerto cientos de veces. Más curioso se torna todo al observar a speedrunners (gente que se dedica a exprimir los juegos y completarlos en el menor tiempo posible) pasárselo en cuestión de pocas horas sin morir ni una sola vez. Y lo mismo hacen con juegos de hace años, de los old school, los complicados de verdad.



A pesar de la excepción de la saga de From Software y alguna que otra más, la comunidad suele estar de acuerdo en que la dificultad ha ido decayendo. Os propongo mi teoría, tan equivocada como yo mismo pueda estarlo. La dificultad se basa en dos pilares fundamentales: comercialización y experiencia.
Casi todos los veranos de mi vida se han visto ligados de una forma u otra al universo The Legend of Zelda. Este verano decidí que me quitaría la espinita de no haber jugado a ciertos títulos de la saga, los únicos que me faltaban por probar: The Legend of Zelda (1986), Zelda 2: The adventure of Link (1987) y el mítico Majora's Mask (matadme), todos ellos en ese maravilloso y pequeño cd de Game Cube. Jugar a los dos primeros me hizo reflexionar sobre este tema, ya que son dos juegos bastante antiguos y realmente crueles para el usuario en muchos aspectos, manteniendo un grado de dificultad bastante alto siempre que no miréis guías, claro. Y cuando digo que es difícil, quiero decir que si ahora saliera un juego así, más de un gamer actual se tiraría de los pelos y probablemente lo dejaría sin terminar.

the-legend-of-zelda-nes-screenshots-09

La curva de dificultad un tanto irregular del primero, el hecho de morir en una mazmorra y empezar con tres corazones, la cantidad de cosas muy ocultas y necesarias que pueden hacer que des vueltas durante horas hasta encontrarlo y poder seguir avanzando son conceptos que ya no se llevan. Morir en Zelda 2 y que el juego te lleve al punto de inicio o lo complicado de ciertos enemigos normales son cosas que ya no se llevan. Y sólo menciono dos juegos porque son los responsables de que haya escrito esto y tampoco quiero hacer una lista de los juegos más difíciles, pero podría deciros muchos más, y los gamers más veteranos podrían sugerirme cientos y con más dificultad aún. Todo esto me lleva a la primera parte de mi teoría, la comercialización.

Según iban pasando todos estos años los desarrolladores nos han ido educando poco a poco. Si, educando. Discretamente nos han ido ofreciendo modos de dificultad para hacer los juegos más aptos para todos los públicos. Fácil. Normal. Difícil. Y no es que esto me parezca mal, pero cuantas veces habré visto a alguien decir la típica frase de: "bueno, empezaré en normal, y si eso la segunda partida ya en difícil". El gamer se ha convertido poco a poco en alguien débil y cómodo que ha dejado de ver la diversión en el reto, y ha empezado a sentir que en realidad es un problema tener que buscar algo escondido en un mapa, aprender mecánicas a base de ensayo y error o si me apuráis, pensar más de la cuenta. Y en la mitad de los casos el modo difícil sigue siendo más fácil que los juegos de antes. Los modos de dificultad son sólo un ejemplo. Podría ponerme a hablar de los nuevos RPG's pasilleros o de algunos shooters con "sistema de ayuda para el apuntado". Bueno, ya me entendéis.

El segundo punto relacionado con la dificultad es la experiencia. Hay mucha gente que piensa que con la experiencia suficiente cualquier juego es sencillo. Que con las horas suficientes cualquiera puede ser pro de LoL. Si me dieran un DLC por cada uno que me ha dicho "si yo jugará 12 horas al día al LoL sería pro sin problemas, pero es que eso sería no tener vida" tendría un montón de juegos completos (¡cómo los de antes!). Es posible que tengáis razón, pero voy a matizarlo un poco. El talento es algo que va ligado a la experiencia, ya que a más talento, más rápido la acumulas. Quizá no somos pros de LoL porque los que sí lo son tienen talento suficiente para conseguir llegar a serlo en un año y a nosotros nos harían falta cinco. Quizá podríamos llegar a jugar a Dark Souls 2 como Elajjaz, o a Ocarina of Time como Cosmowright, pero la diferencia de talento hace que la asimilación de experiencia vaya a ritmos distintos. Y el problema está en que en estos últimos años los juegos requieren una pequeña cantidad de talento para adquirir la experiencia necesaria.

Dark Souls 2

Podemos concluir en que los juegos de antes, en general, eran más complicados por muchos aspectos y en que se ha perdido esa magia para sustituirla por juegos más dinámicos, cinematográficos y rejugables (parece que es una palabra que anima a dejarse el dinero en un título), y lógicamente también juegos online (aunque el tema de la dificultad cuando hablamos de pvp ya es otra historia). Habrá a quien le guste y quien eche de menos los juegos de antaño, pero la cosa está así. Apreciemos a los desarrolladores que piensan en los hardcore gamers como con la saga Dark Souls o con modos de dificultad desbloqueables que hacen algunos juegos endiabladamente complicados. Se me ocurre ahora mismo el modo Hell and Hell de DMC, un título relativamente reciente, donde con sólo rozarte el enemigo estabas muerto.
¡Algunos seguimos queriendo juegos que supongan un reto para nuestra mente y habilidad además de un pasatiempo!
¿Qué opináis vosotros?

Eduardo Granado Ruano

@Edugranado


No hay comentarios:

Publicar un comentario